Estrellas del barro: Mathieu van der Poel

Nieto de Popupou e hijo de Adrie, rey del barro, Señor de Flandes, conquistador de Siena, príncipe del BTT, soldado del Tour. El que todo lo puede. Como si de uno de los personajes de la mítica Juego de Tronos se tratara, a Mathieu van der Poel se le puede destacar por muchísimas cosas.

Nacido en el seno de una de las familias que, por derecho propio, pertenecen a la nobleza del ciclismo, el neerlandés nacido en Bélgica pronto dio muestras de que, como aquellos reyes antiguos que lideraban a sus tropas en combate, su ambición iba mucho más allá de, simplemente –y ya es mucho–, pasar por el pelotón como un digno heredero de su abuelo y su padre.

Pese a que el ciclismo forma parte indiscutible de su ADN, el Mathieu van der Poel niño no fue muy distinto a cualquier otro de su generación y quiso probar suerte primero en el fútbol. Superdotado para cualquier cosa que implique actividad deportiva, su buen hacer con el balón le llevó a formar parte de las categorías inferiores del Willem II, equipo de la Eredivisie neerlandesa, y de la selección de la provincia de Amberes.

La llamada de la bicicleta, sin embargo, siempre estuvo ahí. Como tantos otros chavales de su edad, ya en la temporada 2009-2010 se dejó ver en algunas pruebas de ciclocross mostrando muy pronto su potencial imponiéndose en distintas carreras de carácter local que le situaron muy pronto como el gran favorito para el oro en el campeonato de Países Bajos. En aquella carrera, disputada en Heerlen, sólo el defensor del título, Erik Kramer (un año mayor), pudo superarle.

Aquello fue sólo el inicio. En el siguiente invierno, ya olvidado el balón y centrado por completo en la bicicleta, firmó su primer pleno: 29 victorias en otras tantas carreras, incluido su primer título nacional.

En su primer año como Júnior, Van der Poel no pagó el salto de categoría. Se hizo con el título nacional y con el europeo y subió a lo más alto del podio en 24 de las 26 carreras que disputó, siendo su peor resultado el cuarto puesto en el que ha sido, históricamente, el circuito que más le ha hecho sufrir: el del Koppenbergcross. Algo que, en el fondo, no deja de ser curioso ahora que ha sabido dominar ya en dos ocasiones un Monumento como la Vuelta a Flandes, que tiene en ese bulto flamenco una de sus subidas míticas.

Tampoco ganó en Ruddervoorde donde se vio superado por un tal Wout Van Aert, un chico apenas unos meses mayor que él y que en el lado belga de la frontera soñaban con que algún día sería el digno sucesor de Niels Albert, corredor llamado a ocupar el trono que pronto iba a dejar vacante Sven Nys. Pocos podían pensar entonces la altísima intensidad que esa rivalidad iba a traer a los circuitos poco tiempo después.

De aquella temporada queda, además, el que podría calificarse como el primer gran duelo épico entre los dos. Fue en el Mundial de Koksijde. Van der Poel salió mal, dejándose muchísimo tiempo –y, aparentemente, toda opción al arcoíris– en la primera vuelta. Luego se sabría que aquel giro lo había completado el neerlandés con fuertes retortijones en el estómago. Por suerte para él, aquellas molestias desaparecieron en la segunda vuelta y comenzó entonces una remontada que sigue siendo recordada por todos aquellos que la presenciaron y que culminó con una épica victoria por poco menos de 10 segundos sobre el gran mirlo blanco belga.

Su último año como Júnior fue mágico. Tomó la salida en 30 citas y se impuso en todas ellas, lo que le colocaba como una de las ruedas a vigilar un invierno más tarde en su primera –y única– temporada como Sub-23. Ambicioso hasta el extremo, con sólo 19 años, ya en esa primera incursión en la categoría de plata quiso probar suerte con los Elite. Corrió tres pruebas con los mayores con un bagaje sencillamente espectacular: tercero en Heerlen (C1) y segundo en Sint Niklaas (C2) y Amberes (C1).

En el invierno 2014-2015, el que debía haber sido su segundo año como Sub-23, sólo disputó tres carreras en esa categoría. Su temporada dejó claro que había llegado a los circuitos para marcar una nueva época, como Sven Nys lo había hecho antes. Él y Van Aert encarnaban la ansiada lucha entre belgas y neerlandeses que la afición tanto echaba de menos desde los años de Nys y Groenendaal, pero esta vez las tornas parecían estar cambiadas.

En esa primera temporada como Elite se llevó doce victorias. Triunfó en la puntuable de casa de la Copa del Mundo de Hoogerheide, se llevó el Trofeo Superprestigio (con tres triunfos parciales) y, sobre todo, derrotó a Wout Van Aerten el mundial de Tábor (República Checa).

Las dudas del rey

Coronado ya como el nuevo rey del ciclocross mundial, Van der Poel y su entorno pergeñaban ya la manera de combinar especialidades. Comenzó a dejarse ver en la ruta, pero una caída en el Tour del Porvenir le provocó una lesión de rodilla que acabaría por obligarle a perderse buena parte del inicio de la campaña invernal 2015-2016, quedándose sin opciones para la general de la Copa del Mundo y los otros dos torneos del calendario internacional.

Ese año puso en juego su arcoíris en Heusden-Zolder protagonizando, como en Koksijde unos años antes, un duelo antológico con Van Aert que acabó cayendo esta vez del lado del belga tras una carrera dramática llena de enganchones y averías y en las que la mala suerte se cebó con el nieto de Raymond Poulidor, que rompió a llorar de rabia e impotencia tras cruzar, derrotado y en quinta posición, la línea de meta.

Tras finalizar aquel año, en el que las molestias en la rodilla nunca le dejaron rendir al 100% de sus capacidades, tuvo que volver a pasar por el quirófano. Había acelerado demasiados los tiempos y su articulación no sólo no había sanado, sino que amenazaba con cortar en seco su progresión. De nuevo, llegado el invierno, hubo de renunciar a las primeras citas del calendario.

Pese a ello, al final de la 2016-2017, mostró unos registros espectaculares con 22 victorias y un segundo Superprestigio, pero la fiesta no fue redonda porque en Bieles –un fin de semana histórico para el ciclocross español gracias a la plata de Felipe Orts en la prueba Sub-23–, la perfecta estrategia y la inteligentísima elección de material de Niels Albert para su entonces pupilo Wout Van Aert, decantaron el Mundial, de nuevo, a favor del belga.

El mejor invierno de la historia

Llegó entonces el invierno mágico. El de la consagración. En la 2017-2018 Van der Poel parecía completamente recuperado de los problemas que le habían lastrado los dos años anteriores. Comenzó pronto y lo hizo ganando. La racha seguía y seguía. Aquello parecía no tener fin. Siete victorias en la Copa del Mundo (sólo se escaparon Namur y Zeven) más la general final. Seis triunfos en el Superprestigio (sólo cayó derrotado en Boom y Gavere) y, por supuesto, la general final. Siete entorchados en el Trofeo DVV, actual Trofeo X2O (con la única mancha de Ronse).

En total, Mathieu van der Poel sumó 32 victorias aquella temporada, lo que supuso un récord absoluto en la historia del ciclocross. El neerlandés había completado el mejor invierno de la historia del ciclismo, pero su alegría no pudo ser completa porque, una vez más, cayó derrotado en el Mundial ante Van Aert, una derrota que fue, si cabe, más dolorosa habida cuenta de que se produjo ante su propio público en la localidad neerlandesa de Valkenburg.

Herido en su orgullo, volvió a la carga en la 2018-2019. Ese año calcó lo hecho en el invierno anterior: 32 victorias, segundo título de campeón de Europa, quinto maillot de campeón nacional, cuarto Superprestigio, segundo Trofeo DVV… y, por fin, el segundo Mundial, esta vez en la fría y lejana Bogense. Sólo se le escapó la Copa del Mundo. Una pequeña mancha, apenas un borrón en una historia perfecta: Van der Poel nunca ha conseguido el pleno invernal.

La carrera de Mathieu van der Poel dio entonces el salto definitivo al mainstream ciclista. En 2019 llegó su primer triunfo World Tour en la ruta (A Través de Flandes) y poco después, su confirmación en la carretera (Amstel Gold Race). Nueve victorias en total, incluida la general del Tour of Britain y el nacional neerlandés.

El camino a seguir quedó claro: la combinación de ciclocross, ruta y, en menor medida (pero no menos exitosa), bicicleta de montaña en busca del sueño olímpico; le llevarían a tocar el cielo –y el infierno– en todas las disciplinas. En este tiempo, ha seguido dominando en los circuitos invernales, pero también ha tenido tiempo de ganar una etapa en el Tour de Francia, vestir el maillot jaune del julio francés, levantar dos veces los brazos en la Vuelta a Flandes, coronarse en la Strade Bianche, enfundarse (a la primera) la maglia rosa del Giro… porque Mathieu van der Poel, sencillamente, suma y sigue.

Mathieu van der Poel, durante la prueba de Dendermonde

FICHA
● Nombre: Mathieu van der Poel
● Fecha de nacimiento: 19 de enero de 1995
● Lugar de nacimiento: Kapellen (Bélgica)
● Altura: 1,84 / Peso: 75 kgs.
● Equipo: Alpecin-Deceuninck

DE UN VISTAZO
● Copa del Mundo: Una victoria (2018)
● Pruebas de Copa del Mundo: 28 victorias
● Mundial: Cuatro victorias (2015, 2019, 2020 y 2021)
● Campeonato de Europa: Tres victorias (2017, 2018 y 2019)
● Campeonato de Países Bajos: Seis victorias (2015, 2016, 2017, 2018, 2019 y 2020)
● Superprestigio: Cuatro victorias (2015, 2017, 2018 y 2019)
● Pruebas del Superprestigio: 30 victorias
● X2O Trofee: Dos victorias (2018 y 2019)
● Total victorias: 144